El comandante Uriel, uno de los principales jefes de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), fue abatido en una operación militar en el noroeste de Colombia, informó el presidente de ese país, Iván Duque.
«Este es un golpe de suma importancia porque ha caído una de las figuras más visibles de esa organización terrorista», declaró el mandatario.
La muerte de Andrés Vanegas -nombre de pila del cabecilla insurgente de 41 años- es el mayor golpe propinado a la última guerrilla reconocida en ese país bajo el mandato de Duque, en el poder desde 2018.
Según el presidente, Uriel era responsable de secuestros, asesinatos y reclutamiento de menores, y era «uno de los que se adjudicó» el atentado con coche-bomba llevado a cabo en enero de 2019 contra una escuela de cadetes en Bogotá, que dejó 22 víctimas, además del agresor.
A raíz de ese ataque, Duque sepultó los diálogos de paz iniciados con el ELN por su antecesor, Juan Manuel Santos.
El fiscal general, Francisco Barbosa, precisó que la muerte ocurrió durante «un enfrentamiento» con la fuerza pública en el selvático municipio de Nóvita, en el marco de la operación Odín, en la que participaron militares, policías y fiscales.
Contra el rebelde pesaba una orden de captura por los delitos de rebelión y terrorismo.
Constantemente activo en redes sociales, Uriel era una de las figuras más mediáticas del relevo generacional en el ELN, organización surgida en 1964, en plena Guerra Fría, y dirigida por guerrilleros con edades que promedian los 68 años.
En entrevista con la AFP en junio de 2019, este antiguo universitario que desertó las aulas para empuñar el fusil, aseguró no estar dispuesto a renunciar a los recursos que recibe su organización por la producción o tráfico de cocaína en sus zonas de influencia, ni al uso de minas antipersona, o a los secuestros.