Las voces del Papa y Chávez se unen para abogar por acuerdos
El diálogo entre las partes para llegar a un acuerdo que permita abrirle vías a la grave crisis económica, social y política que padece el país es tan importante y urgente que hasta el Papa ha reiterado su disposición a que la Santa Sede participe en las negociaciones.
Su voz parece haber sido escuchada al igual que la la de la ONU, la OEA, jefes de Estado de América y el mundo, que abogan por el diálogo para evitar que la situación venezolana derive en algo aún más trágico que la escasez de alimentos, de medicamentos, de vehículos y sus repuestos, escasez de todo.
Alivia tensiones que tanto el Gobierno como la oposición hablen y traten de entenderse, y se aspira que pongan al país, a la gente que ha perdido hasta el derecho de llevarle un pan a sus hijos, por encima de falsos intereses personales y grupales.
Es el momento de actuar de forma racional y pensando que lo que más conviene es salir de esta angustia y que todos los venezolanos y extranjeros, recuperemos el derecho a la esperanza de una vida mejor, aquí en nuestro país. Se debe aislar a los radicales que no quieren una solución negociada, un acuerdo, porque les gusta la violencia o porque quizás, en ningún caso, la violencia los afectaría a ellos y a sus familias, porque serían otros los que estarían en el campo de batalla real, el de las balas y explosivos de verdad.
Los líderes de uno y otro sector deben defender también su propio derecho y el de sus familias a vivir en un país normal, en el cual se pueda transitar a cualquier hora del día o de la noche, sin estar expuestos a las protestas, las trancas, la acción del hampa desatada; sin las carencias que nos colocan a la cola del desarrollo en América, comparándonos solo con Haití y Cuba.
Hay que avanzar hacia la solución de esta crisis que afecta gravemente al pueblo venezolano, porque los que tienen recursos, tanto del gobierno como de la oposición, hacen su mercado en Panamá, Aruba, Curazao, República Dominicana, donde los supermercados y tiendas están bien abastecidas; mientras los sectores populares y la clase media, tienen que hacer largas colas para comprar medicinas, la comida y el consiguiente papel sanitario, o esperar con paciencia a que les llegue su bolsa solidaria.
Venezuela no será “un país potencia”, quizás ni siquiera el ejemplo de progreso y desarrollo que nosotros creíamos (aunque podemos a veces soñar, gracias a las reservas petroleras más grandes del mundo), pero al menos no estamos tan por debajo intelectualmente de Chile y Colombia, y los chilenos salieron de la dictadura “de derecha” gracias a acuerdos con el general Augusto Pinochet, quien quedó al frente de las fuerzas armadas desde el fin de su mandato presidencial hasta ocho años más tarde, cuando se juramentó como Senador vitalicio; en Colombia ya se acordó “el fin de la guerra”, dándole facilidades al movimiento armado “de izquierda”, para que se incorpore a la vida civil y política.
Chile es uno de los países de mayor crecimiento económico y social sostenido en América al igual que Colombia, que junto con México y Perú forman la Alianza del Pacífico. ¿Es mucho sacrificio el entendimiento? Debo advertir que a la voz del Papa se une la del presidente Hugo Chávez, quien habló claramente de la necesidad de la consulta popular a mitad de período para todos los cargos de elección.
El “espíritu de la ley”, que él impulsó, la idea central del artículo 72 de la Constitución es, por una parte que los funcionarios, incluido él mismo en su momento, cumplan con sus funciones de manera eficiente y, por la otra, que el pueblo soberano pueda expresar su opinión e interrumpir una gestión que considere que no lo beneficia.
Oigan las voces de alerta, lleguen a un acuerdo que preserve el poder popular verdadero, es decir la democracia real, que preserve la libertad y el derecho supremo del pueblo a por lo menos comer y vivir en paz.
Rómulo Herrera / Twitter @RomuloHerrera1