Pueblo amotinado protesta en el comunitario
María Elena Moreno, [email protected] Enardecidos cientos de varguenses protestaron en el mercado comunitario de Catia la Mar, porque haber esperado desde las dos de la mañana del día anterior, no les fue garantía de compra de los productos que llegaron. Aclararon a viva voz que no se trataba de un conato de saqueo sino de un pueblo con hambre harto de abusos y colas.
“¡Aquí no se está pidiendo nada ilegal, sino comida!”, exclamó muy molesta, Yamileika Poleo, quien además denunció que dentro de los locales hay comida. “Siempre pasa lo mismo, guardan para sus allegados y nosotros quedamos viéndonos las caras”.
Jazmín García agregó que “se inventaron el cuento del saqueo para hacer de las suyas. El pueblo estaba organizado hasta que cerraron el portón y de repente se agotó todo. Hasta cuándo jugarán con el hambre de la gente”.
“Los policías se llevan todo por bultos”
En medio del alboroto los desesperados consumidores coincidieron en el argumento de que los cuerpos de seguridad son cómplices del desvío de los alimentos en estas ventas controladas.
Alfredo Chirino contó que “los policías sacan la comida delante de la gente. Vi cómo se llevaban 6 bultos de harina PAN en una moto. Atendieron solo a 100 personas de casi 1.000 que estábamos anotados desde ayer. Esto es una injusticia”.
El mercado ha tenido un incremento de afluencia considerable, pues en Catia la Mar todos los módulos de la red pública fueron transformados en centros de distribución de los CLAP y los supermercados ahora implementan número de cédula.
Carlos Brito solicitó al gobernador, Jorge Luis García Carneiro, que en este tipo de ventas se asignen “autoridades serias que de verdad velen por nuestros derechos, y que sea cada vez que despachen productos regulados”.
Condicionan las ventas
Otra de las quejas planteadas durante la algarabía fue el condicionamiento del que aseguraron ser víctimas, de esa manera lo manifestó, Nohely Pacheco, quien explicó que “para poder llevar dos harina PAN y el kilo de pasta que estaban vendiendo, te obligaban a comprar un atún que está bien caro. El combo eran 2.000 bolívares”.
Eduardo Mayora lamentó este tipo de acciones y expresó que “la gente no tiene para comprar esas cosas caras. Al día ganamos 501 bolívares que no alcanzan para nada. La quincena se estira pero esos combos están caros”.
Testimonios de la crisis
Caras tristes y lágrimas de molestia lograron verse en las caras que formaban la multitud indignada. El factor común fue el desespero por conseguir qué llevar a la casa.
Rosalía Figueroa con la voz quebrada dijo que sintió “rabia cuando cerraban el portón dejando a tanta gente con necesidad afuera con las manos vacías. No tengo ni un arroz o una harina en mi casa para comer. Ahora, ¿qué hago?”.
Félix Velásquez manifestó que marcados como ganados y sin comida en el estómago están los venezolanos de hoy en día. “Tenemos que exponernos en una cola donde ni siquiera sabemos si tendremos suerte de comprar, este país está en crisis. Qué triste tener que ver siempre cómo salen ganando los bachaqueros”.
Despachos se volvieron insuficientes
Respecto a las denuncias planteadas por los manifestantes, representantes del mercado comunitario junto a los comerciantes, explicaron que no había ningún desvío de productos sino que el despacho de Empresas Polar no fue suficiente para cubrir la demanda. Argumentaron que en el lugar hay 24 códigos de la empresa que reciben suministro y no alcanza para tantos.
“Hacemos lo posible pero es demasiada gente”, decían. En cuanto al condicionamiento no desmintieron y alegaron que los proveedores también los obligan a comprar ciertos artículos para poder adquirir los regulados./MEM/ir