La cruel realidad de los niños en el vertedero de Santa Eduvigis
*Comienzan a escarbar entre la basura antes de cumplir los 10 años
Wilmer Martínez Añez.- [email protected] Desde antes de cumplir los 10 años comienzan a llegar al vertedero de Santa Eduvigis, Urimare, a buscar juguetes para divertirse, otros a trabajar para poder comer y algunos guiados por sus padres, quienes ante la necesidad, encuentran en la recolección y venta de desechos reciclables una salida.
Estos niños se sumergen en toneladas de desperdicios para escudriñar y así hallar comida, plástico, cobre, aluminio, metal y todo lo que consideren de valor, según lo relatan aquellos que pasan días y noches rodeados por la basura de la región. “Lo que más buscamos es el cobre, porque el kilo está en mil bolívares, ya el aluminio no lo pagan como antes”, dice Johana Rosales de 17 años.
Si vivir entre la basura no es suficiente, propensos a enfermedades, también deben pelear con los zamuros y roedores por aquellos alimentos que, según ellos, se encuentran en buen estado y aún pueden ser comidos. “Aquí conseguimos comida de todo tipo”.
Tienen los camiones identificados
Mientras hay un grupo de niños que viven su infancia sin otra preocupación que la de esperar sus vacaciones escolares para divertirse, hay otro grupo que al finalizar el período escolar, comienzan a ir al vertedero para aprender a seleccionar, buscar y clasificar la basura que le puede ser útil.
Los camiones del aeropuerto y de los hoteles cinco estrellas de la región son los preferidos por las casi 100 personas, que acuden día tras día al vertedero. “Apenas llegan, corremos detrás de ellos, porque son los que traen la comida buena”, dice una adolescente de 16 años, quien asegura estar en esa situación, porque es lo único que aprendió a hacer y debe mantener a su hijo.
Aquellos camiones de los hospitales no son tan tomados en cuenta, por la cantidad de desechos tóxicos que trasladan. “Tenemos que ser muy cuidadosos, porque nos podemos pinchar y enfermarnos”, manifiesta con plena seguridad Francisca Marín de 14 años.
Trabajan en las noches
No hay descanso en el vertedero, pues durante las noches hay quienes hurgan en busca de los materiales, alumbrándose con sus linternas. Estas personas evitan el inclemente sol y la molestia de los zamuros, pero los acompañan la innumerable cantidad de ratas y los gases que expulsa la basura.
“Por las noches se puede trabajar más tranquilo, porque hay menos gente que en el día, pero hay más ratas y tenemos que estar pendiente que no nos muerdan, para así evitar enfermarnos”, comenta Rosales.
Llegan menos camiones
“Ya no es como antes, ahora son menos los camiones que entran al vertedero. No sabemos por qué si hay tanta basura en la calle”, es el testimonio de estos niños y adolescentes, quienes a pesar de las condiciones en las que viven a diario, continúan sonriendo y buscando de hacer divertido, lo que muchos, podrían calificar de inhumano e insalubre.
Sus ratos de espera son dentro de casitas hechas con tablas, telas, colchones, cartón y todo aquello que les garantice una espacio con sombra, donde poder comer, hablar y descansar; explican estos menores de edad, quienes siempre están acompañado de sus padres o representantes. /mp