Calma en la frontera colombo-venezolana ante cierre de 72 horas

La frontera colombo-venezolana está militarizada y en calma, luego del cierre por 72 horas que anunció el presidente Nicolás Maduro  tras una “emboscada militar” que dejó heridos a tres militares y un civil.

El acceso principal por el puente internacional Simón Bolívar, cercano al pueblo de San Antonio, así como los puentes Unión de Boca de Grita y Francisco Paula Santander de Ureña, todos en el estado Táchira, permanecen bloqueados con alambres de púas y presencia militar.

Tanto en el lado venezolano como el colombiano del puente, decenas de personas permanecían sin poder cruzar la frontera a pie, mientras que el tráfico vehicular era prácticamente inexistente.

Más temprano, el jefe militar de la Región Andina, Efraín Velasco, informó que miembros de la Guardia Nacional y el ejército efectuarán labores de seguridad en la zona fronteriza, tras el ataque durante un operativo anticontrabando.

Es el segundo ataque armado que se reporta en la zona desde finales de julio, cuando pobladores colombianos denunciaron la muerte de un compatriota presuntamente a manos de militares cuando transportaba mercancías de Venezuela a Colombia por un paso clandestino.

El 28 de julio, el gobierno venezolano negó una incursión miliar en territorio colombiano denunciada por campesinos y difundida por la Defensorìa del Pueblo en Bogotá.

Una frontera permeable y peligrosa

Venezuela y Colombia comparten una porosa frontera de 2.219 kilómetros donde las autoridades de ambos países denuncian la actividad de grupos guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y contrabandistas de combustible y otros productos fuertemente subsidiados por el gobierno venezolano.

La denuncia de Maduro se produce en momentos en que su país enfrenta un desabastecimiento de al menos dos tercios de los productos básicos, un fenómeno que analistas atribuyen al férreo control de precios y a una sequía de divisas por la caída de los precios del petróleo, que genera 96% de los dólares de este país altamente dependiente de las importaciones.

A ello se suma una inflación que al cierre de 2014 rozó 70% (último dato oficial), pero que según expertos ya habría sobrepasado los tres dígitos.

Esto ha agudizado la depreciación del bolívar, sometido a cuatro tipos de cambio, de los cuales el paralelo es 110 veces superior al oficial de 6,3 bolívares por dólar.

Según la consultora privada Ecoanalítica, los contrabandistas de combustible pueden obtener una ganancia de 3.000% en la gasolina que trasiegan desde Venezuela a Colombia.

Estas distorsiones han generado una escasez de billetes de alta denominación en la región limítrofe, donde de acuerdo con una investigación de Ecoanalítica, los contrabandistas pagan hasta 140 bolívares por un billete de 100, lo que facilita su logística para comprar productos en Venezuela que son revendidos en Colombia.

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