Plaza Bolívar se desbordó de feligreses

Con gran fervor y alegría unos 680 feligreses de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús y de la cuasiparroquia Óscar Arnulfo Romero, de Playa Grande, asistieron a la misa de aguinaldo, la primera que se celebra en la plaza Bolívar de Catia la Mar y a cielo abierto después de la pandemia por el covid.

Los preparativos de la eucaristía comenzaron a las 2:30 am de este viernes y a las 5:00 de la mañana, con el repique de las campanas y lanzamiento de fuegos artificiales, se dio inicio a la misa en un ambiente cargado de devoción matutina.

El presbítero Alfredo Bustamante, párroco del Sagrado Corazón de Jesús, agradeció a los niños de la catequesis de iniciación cristiana, a los feligreses, a la parranda y a los parroquianos de otras latitudes por su participación.

En su homilía habló de las misas de aguinaldo que son un privilegio que tiene la Iglesia venezolana de celebrar “tan noble fecha, dentro del marco del Adviento (preparación al nacimiento del Niño Dios), llenas de las mejores tradiciones, con el frescor de las primeras horas de la mañana”.

Explicó que la gracia fue otorgada por el Papa León XIII, quien aprueba la introducción de cantos de parrandas en las misas de aguinaldos durante nueve días consecutivos, antes de la Pascua de Navidad.

Se celebra de color blanco o azul, y se puede cantar el Gloria. La Bula Papal concedía indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los fieles que, confesados y comulgados, asistiesen a estas misas.

El padre Bustamante recordó que a partir del 16 de diciembre se inician las nueve misas de aguinaldo, que preceden a la Misa de Gallo que se realiza el 24 de diciembre a la medianoche.

“Son ceremonias que se hacen de madrugada y se celebran en casi todas las iglesias”.

Las misas de aguinaldo tienen su fundamentación bíblica en la persona de Juan el Bautista, quien llama a la gente a preparar el camino del Señor y allanar los senderos, invita a la conversión y al cambio de vida para recibir al Mesías.

“Son nueve días para honrar a Dios en la Santísima Virgen, nueve madrugadas, a partir de las 5:00 de la mañana, donde se mezcla la tradición que envuelve el espíritu navideño en torno a la santa misa y preparar la llegada del Salvador”.

En su sermón se refiró además a las lectura del día, cuando Yahvé declara que ningún extranjero se sentirá excluido en su Reino, y su casa será una casa de oración para todas las naciones, sin que ninguna quede exenta u olvidada. “Jesús subraya lo mismo cuando dice que tiene otras ovejas que no pertenecen a su actual redil y que las reunirá para que haya un solo rebaño bajo un solo pastor.

Un mensaje clave que no debe olvidarse en estos tiempos en los que nos empeñamos más en construir muros que puentes entre nosotros”, puntualizó.

Juan Bautista, indicó, enseña con palabras y obras. Verdadero maestro que muestra con su ejemplo lo que afirma con su lengua.

“La sabiduría hace al maestro, pero es la conducta lo que da la autoridad… Enseñar con obras es la única regla de aquellos que quieren instruir. Enseñar con palabras es la sabiduría; pero cuando se pasa a las obras, es virtud. El verdadero conocimiento está unido a la virtud: es esta, solo esta la que es divina y no humana”.

“Que nuestra conducta de conversión sea evidente. Nosotros que a veces preferimos lo humano a lo divino, que hemos querido ser esclavo del mundo, en vez de vencer al mundo con el Señor del mundo, convirtámonos. Nosotros que hemos huido de la libertad y de las virtudes que hubiésemos procurado, ya que hemos querido someternos al yugo del pecado. Convirtámonos de verdad, nosotros que por miedo a la vida, estamos condenado a muerte”.

Pidió a la Virgen María para que en este tiempo de las misas de aguinaldo hagamos nuestro los derechos y la justicia que debemos tener como dignos hijos de Dios ante la sociedad. “Que podamos encontrarnos unos con los otros, para encontrarnos con Dios, siendo testimonio de la verdad a través de nuestra vida, encendiendo el fuego de la fe y ser lámparas de la Palabra de Dios, para así ir acomodando el verdadero pesebre en nuestro corazón, y el 25 de diciembre nazca el niño Dios en cada uno de nosotros”.

En las peticiones elevaron plegarias por los enfermos, desamparados, los débiles de espíritu, los más pobres, para que en esta Navidad encuentren consuelo, paz y la esperanza de vivir en dignidad amparados por el amor de Dios.

Por los niños y adolescentes del país y del mundo, para que el Señor infunda en ellos el don de la perseverancia, alegría y los acompañe en sus metas y sueños por alcanzar.

También por los líderes y gobernantes, por la Iglesia y la sociedad, para que Dios infunda en ellos el don de la justicia y verdad, siendo testimonios de su amor e infinita bondad.

Al finalizar la misa, se repartieron 380 bollos a los 180 niños de la catequesis y a 150 que se encontraban en la plaza. Hubo un nacimiento viviente y se sortearon los mejores pesebres elaborados con material desechable.

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