Cubana denuncia atropello contra ella y su bebé en el aeropuerto
Al llegar procedente de Turquía al aeropuerto de Maiquetía el 30 de diciembre, a Diana Liz Guerra Cortéz se le impidió la entrada al país junto a su bebé de 6 meses. Funcionarios de migración le indicaron que pese a estar casada con un venezolano y tener fijada su residencia en España, por ser ciudadana cubana necesitaba una visa para entrar a Venezuela.
«Quiero hacer del conocimiento público la tortura, amenazas, maltrato, acoso psicológico y violación de los derechos humanos, que vivimos en el Aeropuerto Simón Bolívar», denunció Guerra desde España tras ser deportada el 31 de diciembre en un vuelo de Turkish Airlines.
Relató que el Jefe de los Servicios Equipo Mariño de Migración que estaba de guardia, llamado Miguel Guerra, ordenó que se retuvieran su pasaporte y fuera deportada de inmediato en el mismo avión que llegó junto a su esposo Luis Ricardo Fernández. Destacó que por más de 5 horas se le impidió acceder a su equipaje para así poder cambiar el pañal a su bebé.
Agregó que el funcionario intentó obligarla a abordar el vuelo de regreso a Turquía. «Le respondí que no me iría y mucho menos sin hablar con mi marido y además de procurar comida y cambiarle el pañal a mi bebé, que gracias a todo el show provocado por el mencionado funcionario, la piel de mi hijo se irritó por mantener tantas horas el pañal sucio con sus heces y orina, pues él no me permitía acceder ni a mi bolso de mano donde tenía lo necesario para cambiarle el pañal al niño y así mismo pretendía embarcarme a la fuerza en el avión que estaba por salir hacia Estambul».
«No conforme con eso, prohibió que me hicieran llegar ningún tipo de indumentaria, además me aisló en un área tipo oficina, donde no tenía acceso a la señal de internet, lleno de zancudos, polvo, con un asiento sucio y con chicles pegados en la tapicería».
Conforme pasaban las horas, el caso se fue complicando. «Los innumerables intentos de muchos funcionarios del aeropuerto y otros desde afuera por ayudarme a salir de esa situación irritaron aún más a Guerra, quien me dijo que mi caso había causado tanto revuelo que ahora ni una llamada de Maduro me haría entrar al país. Y además, que dejará de intentar comunicarme con nadie más porque me quitaría el celular y me incomunicaría».
Diana agradeció el apoyo de varios funcionarios de protocolo del aeropuerto, el dueño de un local de comida y personal de la aerolínea, quienes le hicieron llegar «agua, comida, el cochecito del bebé, pañales, un biberón, una lata de leche, agua caliente para preparar el biberón, ropa para que lo pudiera cambiar y unas mantas para que lo abrigara del frío del aire acondicionado, el cual junto al polvo acumulado en el sitio donde estuve aislada, le causó a mi bebé fiebre y una tos persistente».
De vuelta a Europa
Ya todas las gestiones de su esposo fracasaban, incluyendo la posibilidad de que le entregaran al niño mientras se resolvía la entrada de Diana, decidió tramitar con la aerolínea el cambio de su pasaje para regresar a España con ella y su hijo, a quien su familia en Venezuela no pudo conocer.
«Finalmente, fuimos los últimos en abordar el avión con destino a Estambul y luego a Madrid, no sin antes ser fotografiados por el personal enviado por el funcionario inquisidor Miguel Guerra y sin entregarnos nuestros pasaportes. Los mismos estuvieron en custodia del mencionado funcionario y luego entregados al personal de la aerolínea».
Al llegar a España, luego de 20 horas más de vuelo, nos pidieron bajar de últimos y fuimos custodiados por la policía del aeropuerto, quienes ya tenían nuestros pasaportes en mano.
«Nos interrogaron para conocer las razones de la deportación y al revisar los documentos, de inmediato preguntaron que si no habíamos mostrado el Libro de Familia, y le respondimos que sí, que les mostramos todo pero el funcionario de Migración en Venezuela no lo tomó en cuenta. Recibimos una disculpa del Guardia Civil que nos recibió y lamentó mucho lo que habíamos pasado, dándonos acceso inmediato al país».
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