Ataque a la capital mundial de la libertad

Rómulo Herrera

“El poder debe utilizarse para hacer el bien, porque hacer el bien es el verdadero poder. El mal lo puede hacer cualquiera”, le dijo Oskar Schindler a un oficial alemán en uno de los pasajes de la película La lista de Schindler, basada en el libro del escritor australiano Thomas Keneally, El arca de Schindler.

La esencia de esas palabras: El mal lo hace cualquiera, se necesita poder, y disposición claro, para hacer el bien. Yo recuerdo vívidamente que meses después de haber visto por primera vez la laureada película dirigida por Steven Spielberg, se registró un asesinato en El Cafetal.

Un joven que realizaba estudios de ingeniería en Estados Unidos, a comienzos del gobierno de Chávez, vino a pasar unos días con su familia, que vivía muy cerca de mi hermana Mary Herrera, en los edificios de El Cafetal.

El estudiante paseaba por las amplias aceras de la urbanización, cuando se le acercó un indigente y le pidió que le completara un dinero para comer.

-¿Por qué debo darte dinero, si tú eres joven y puedes trabajar?
El indigente rompió una botella y con el pico le cortó el cuello y lo mató, truncando una vida promisoria. 

Esa fue una prueba de que cualquiera puede hacer el mal.

Y una prueba también de que el poder hay que utilizarlo en bien de los demás, aun cuando los beneficios sean discutibles.

El estudiante tenía el poder de prestar una ayuda ocasional, y no lo hizo.

El 11 de septiembre unos terroristas, quienes estudiaron aviación en sus escuelas, usando todas las oportunidades que brinda el país más abierto a la gente del mundo, los Estados Unidos, se complotaron para secuestrar 4 aviones de American Airlines y United llenos de pasajeros, para estrellarlos contra civiles. 1 se estrelló contra el edificio del Pentágono, otro fue neutralizado por pasajeros héroes que dominaron a los bárbaros, y se estrelló en zona despoblada.

Pero 2 lograron el objetivo: Destruyeron las emblemáticas torres del World Trade Center, en Nueva York.

Los terroristas hirieron el corazón de un pueblo noble, laborioso y abierto como el pueblo estadounidense, aunque hay que aclarar que gran cantidad de los muertos en ese ataque, eran extranjeros, especialmente latinos, mucha gente indocumentada que allí buscaba abrirse paso hacia el sueño americano.

Hicieron el mal, matando a miles de civiles, porque es más fácil hacer el mal, hacer el bien cuesta mucho más.

Los Estados Unidos hacen el bien. Es un país de oportunidades para todos los extranjeros, mucho más que China o Rusia, cuya participación en esta área es escasa o por lo menos ignorada. Por eso Estados Unidos ha merecido mi solidaridad y reconocimiento siempre, especialmente hoy cuando se conmemoran 20 años de aquel ataque a la capital mundial de la libertad.

En Venezuela hace falta que los poderosos usen el poder que el pueblo les delegó para aliviar el sufrimiento de millones, dentro y fuera del país. Usar el poder para el bien de los venezolanos y de ellos mismos, que de males ya tenemos bastante.

¡Qué triunfe el bien, que se aleje el mal!
Honor a los Estados Unidos de América.

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