China avanza en ciencia y tecnología en un tren a 600 kilómetros por hora

Rómulo Herrera

El socialismo de mercado propuesto por Deng Xiaoping, y puesto en marcha oficialmente el 18 de diciembre de 1978, ante la hambruna provocada por el fracaso del sistema de comunas impuesto por Mao Tse Tung, sentó las bases para el desarrollo sostenido de un país hasta ese momento asolado por el hambre.

Formado en economía en París y en estudios sociales en Moscú, Deng era un hombre orgulloso y pragmático que quería el desarrollo de su país: No importa si el gato es negro o blanco, con tal que cace ratones, es la frase que define su pensamiento. Así de simple, así de práctico, para que se entienda.

Y en apenas una década 400 millones de chinos salieron de la pobreza y pasaron a ser de la clase media. Se iniciaba el ciclo virtuoso de la economía de mercado: Cuando aumenta el número de los que consumen, aumenta el número de los que producen, el motor de la economía genera más riqueza para más personas y sus mascotas, para todos.

Han transcurrido 42 años desde aquel 18 de diciembre y hoy más 900 millones de chinos pertenecen a la clase media, y la clase trabajadora devenga salarios entre 1.000 yuanes, unos 146 dólares y 2.190 yuanes, unos 321 dólares. China crece gracias a una política pública que favorece la inversión privada nacional y extranjera, y prioriza la formación para el trabajo, la educación formal y el empleo.

Deng Xiaoping puso en marcha en 1978 el socialismo de mercado que sacó a 400 millones de chinos de la pobreza

Hoy los retortijones de la hambruna que dejó como herencia el prolongado ensayo comunista de Mao Tse Tung, son cosa casi olvidada, incluso se trata de que el mundo olvide que hace unas 2 o 3 décadas los chinos eran la capital de la maquila, de las copias de tecnologías y fábricas de bisutería, un país del tercer mundo o del segundo: China es la segunda potencia del mundo y destaca en la tecnología, siendo los primeros en poner en el mercado el avanzado sistema G5 de telecomunicación y causar sensación con el tik tok, compitiendo favorablemente con los creadores de estos sistemas, los norteamericanos.

Todo gracias a los reformistas, o burgueses revisionistas como se los tildaron por sus detractores. Pero, los que impusieron la reforma, los que cambiaron el sistema fallido, lo hicieron porque fueron ungidos por un pueblo cansado de que se ensayara con su propia vida, de que los condenaran a pasar hambre y vergüenza. El pueblo chino de estos tiempos, es muy distinto al de hace 42 años. Hoy tiene orgullo nacional en alto, ha mejorado la media de la estatura, contextura, ya no es un pueblo famélico, nómada.

Ahora tiene dentro de su territorio oportunidades de educarse, de formar una familia, educar a sus hijos, hoy tiene derecho a soñar un mundo mejor y de hecho, China es cada vez mejor: han recuperado el espíritu de grandeza, gracias a que cambiaron el sistema comunista por uno que funciona, tan sencillo como la base filosófica del Padre de la Reforma, Deng Xiaoping: no importa si el gato…

Los chinos deseosos de prosperidad económica, avanzan entusiastas por sendas de crecimiento permanente, apoyados siempre en su ampliación de mercados, en la apertura económica, hasta el punto que es el único país en el mundo que obtuvo un crecimiento del PIB en el 2020, año de la caída económica mundial generada por la pandemia, que inició justo allí en Wuham, hace un año.

El nuevo tren Maglev permitirá cubrir la ruta Pekín-Shanghái en 3,5 horas, frente a las 5,5 horas actuales del otro tren magnético que viaja a «solo» 400 km/h

El avance a partir de 2021, con Xi Jinping como líder, parece que se va a dar a 600 kilómetros por hora, a bordo del nuevo tren rápido que flotará en ondas magnéticas para conectar ciudades y seguir impulsando el desarrollo, dentro y fuera de China.

Son solo 4 décadas y debemos pensar que, quizás el joven Deng aprendió cuando estudiaba economía en la universidad, allí, donde el 18 de marzo de 1871 inició el primer gobierno de la clase obrera en el mundo, con la Comuna de París, que las comunas, son muy hermosas en teoría, suenan muy bien, pero son como el guásimo: no funcionan.

No importa cuán sabios sean sus líderes, digo yo, tampoco el empeño y la voluntad que le pongan, el sistema no funciona. Quedan como ejemplos Corea del Norte, comunista, la otra mitad de la magnífica Corea del Sur, liberal, en el Paralelo 38; Bielorrusia y Cuba, todos anclados en un pasado que sigue generando hoy, miseria, hambre retroceso y vergüenza.

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