Opinión: Los poderosos pueden comprar lujosos carros
Rómulo Herrera
Así de claro: Los líderes de los países petroleros del mundo, pueden comprar y de hecho disfrutan comprando, los carros más lujosos del mundo. Por tanto el problema no es que vendan Ferrari en Venezuela, el país con las reservas petroleras más grandes del mundo y de hecho, la creadora y fundadora de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. No. La élite del país tiene con qué comprar 1, 2, 3 Ferrari y otros carros más lujosos que esos.
A lo que no tienen derecho es a condenar a sus administrados a que no tengan ni siquiera un buen servicio de autobuses, taxis y mototaxis. Eso es de lo más injusto y lo que se debe repudiar, pues en esos pequeños países petroleros, no tienen problemas con el transporte, no hay escasez de agua, aunque son países desérticos en su mayoría, tampoco de gas, y ni se hable de gasolina.
Y se arrodillan ante Dios, pero no ante ningún imperio. En realidad ni hablan de esas cosas, porque no tienen tiempo: viven su vida gozando al construir grandes edificios (los más altos y mejor diseñados del mundo), islas artificiales paradisíacas, autopistas y hasta pistas para carreras de Fórmula 1, con ventas de carros de lujo allí mismo.
En Dubai prohíben tener carros viejos y multan a quienes salgan a la calle con un poquito de polvo en sus carros nuevos, lo que obliga a mandar a lavarlos muy a menudo y por eso hay autolavados en gran cantidad. Tal es el lujo que viven nuestros colegas productores de petróleo, a quienes organizó y asentó Juan Pablo Pérez Alfonzo creando la OPEP, porque antes de eso estaban bastante dispersos.
Por tanto, lo que debemos exigir es que los poderosos hagan su trabajo de administrar bien a este riquísimo país, que cobren o tomen con creces lo que crean que les corresponde por sus servicios, pero que pongan a Venezuela en el sitial que le corresponde en el concierto de naciones petroleras del mundo, antes de que los autos de Tesla acaben con la fiesta.
Que nos saquen de esta vergüenza que estamos pasando. Que se dejen de peleas con molinos de viento, que cambien el rumbo ahora y que se den la gran vida, igual que los reyes y jeques, no importa, pero que dejen vivir al pueblo, por piedad. Que restituyan los servicios básicos de calidad, que monten grandes fábricas, que favorezcan la creación de empleos, que recuerden que obras son amores y no falsas justificaciones.