Cómo superar una crisis existencial

Es necesario parar y organizarse antes de retomar la marcha

La crisis existencial es un periodo de dudas profundas en relación a la existencia, al sentido de la vida, el propósito, e incluso a la propia identidad. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Hacia dónde va mi vida?

Es un momento en el que los esquemas mentales construidos ya no sirven para afrontar la situación actual y se da porque la vida, o la forma de percibirla o entenderla, cambia. De repente, las ideas pasadas y las expectativas del futuro caen. Aparecen nuevas preocupaciones y preguntas que nunca habían sido planteadas y para las que no se tiene respuesta (todavía). La persona que pasa por una crisis existencial se siente perdida, desorientada, no tiene claras sus metas y se replantea sus creencias y valores. Todo ello acompañado de un malestar psicológico intenso.

Cómo superarla

Frena

Seguramente te encuentras absorbido por la rutina. Las mismas tareas cada día, los mismos lugares, las mismas personas, etcétera. Para que algo nuevo crezca debe tener espacio. Por tanto, debes hacer una pausa para organizarte y poder seguir.

Permítete estar mal

El malestar forma parte de la vida. Los humanos contamos con un repertorio de emociones variado y no siempre sentimos emociones positivas y agradables, también tenemos emociones negativas y es normal experimentarlas. Desde la autocompasión como base podrás trabajar para superar la crisis existencial.

Conócete

Puede que pienses que no sabes qué hacer con tu vida o incluso que te plantees quién eres. En ese caso, deberás pasar más tiempo contigo mismo, observarte y comprenderte. Pregúntate por qué piensas así, por qué actúas así, etcétera. Una técnica de autoconocimiento es plasmar en papel una descripción de ti mismo en tercera persona.

Cuestiónate tus pensamientos

El malestar se deriva, a menudo, más que de la situación en sí, de la forma en la que interpretamos y de lo que opinamos al respecto. Presta atención a tu diálogo interno, a lo que piensas sobre ti y a lo que te dices a ti mismo. Puede que tu malestar no esté causado, por ejemplo, por haber terminado tu relación de pareja, sino por una creencia tuya, como por ejemplo «sin pareja no puedo ser feliz». Cuestiónate la validez de las creencias que forman la base de tus pensamientos.

Recuerda tus recursos

Hazte las siguientes preguntas: ¿Qué he hecho cuando me he sentido perdido?
¿Cómo he superado las adversidades?

El objetivo de estas cuestiones es que recuerdes y seas consciente de todas las habilidades que has desarrollado en otras circunstancias complejas que ya has superado. Los aprendizajes y las capacidades que adquiriste están ahí para ayudarte ahora.

Recupera tus aficiones

Reflexiona acerca de aquellas cosas que disfrutabas muchísimo y que por alguna razón abandonaste. ¿Es factible incluir alguna de tus aficiones en tu vida actual? ¡Inténtalo! Realizar actividades placenteras es una de las estrategias más utilizadas de las técnicas conductuales en la terapia psicológica, pues entre sus múltiples beneficios notarás un estado de ánimo más positivo y motivación para realizar otras tareas.

Plantéate una meta

Para disminuir la desmotivación, encuentra aquello que sí te hace ilusión realizar. ¿Qué propósito te gustaría cumplir? Plantéate un objetivo realista, concreto y a corto plazo.

Experimenta

Prueba, permítete tener nuevas experiencias y ser principiante. Permítete probar, intentar, experimentar, etc. Puedes equivocarte, eres humano. Para obtener nuevos aprendizajes y para encontrar nuevas respuestas debes probar nuevos caminos.

Busca tu propósito

Plantéate las siguientes preguntas:

¿Qué cosas te producen satisfacción?
¿Qué cosas son realmente importantes para ti?
¿Qué cosas haces que no sea por obligación?
¿En qué cosas destacas? ¿Qué es aquello que se te da muy bien?
¿Qué puedes aportar a los demás?
Si tuvieras una varita mágica que todo lo hiciera realidad, ¿cómo sería tu vida?

Ejercicios

  1. Haz una lista

Coge papel y lápiz y anota todas aquellas cosas sencillas y cotidianas que te producen bienestar. Por ejemplo, tomar un café, pasear, ver la lluvia o dar un abrazo. Ten esta lista presente y cada vez que se presente alguna de estas cosas que te hacen sentir bien, sé consciente de ello y disfrútalas.

  1. Lleva un diario positivo

Cada día, reflexiona sobre la jornada e identifica, por lo menos, algo positivo que ha ocurrido. Lo que sentimos depende casi en su totalidad de lo que pensamos, mientras que lo que pensamos, depende de nuestro filtro cognitivo. Es decir, según nuestras experiencias vamos formando creencias y adoptamos una posición respecto a los acontecimientos. Realizar el ejercicio de encontrar aspectos positivos, ayuda a flexibilizar nuestra posición y nos permite aprender a cambiar el punto de vista.

  1. Practica la gratitud

Practicar el agradecimiento implica analizar y valorar pequeñas cosas que facilitan nuestro día a día y que mejoran nuestra calidad de vida, cosas que habitualmente damos por sentadas y pasamos por alto, porque siempre son así. Tenerlas en cuenta nos permite sentirnos afortunados por disfrutar de ciertas comodidades.

  1. Visualiza

Ponte cómodo, relájate e imagínate a ti mismo dentro de 5 años. Observa cómo eres, dónde estas, cómo caminas, cómo piensas y qué estás haciendo. Observa tu estado de ánimo, tus intereses y tus valores. Explora cada área de tu vida: dónde vives y con quién, a qué te dedicas, qué haces en tu tiempo libre y cómo te sientes. Visualiza hasta el más mínimo detalle y empatiza con esa persona imaginaria, con sus inquietudes, sus deseos y sus metas. ¿Te gusta lo que ves? ¿Qué puedes hacer que esté en tu mano para empezar a parecerte un poco más a esa versión de ti mismo?

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