Votar no es un paseo campestre
Luis Fuenmayor Toro
Intitulo este artículo con una expresión robada a un gran amigo, Enrique Ochoa Antich, leída en Twitter y que me estimuló a escribir este corto artículo. Sin duda ninguna, el llamado a votar que hacen una serie de organizaciones políticas y personalidades de la oposición democrática significa la exigencia de un gran compromiso del venezolano votante, en relación con el futuro de nuestro país y nuestra nación. El voto, como instrumento de lucha, es asimilable a las otras formas de lucha, aunque algunas de éstas aparezcan como más heróicas y expeditas en sus efectos políticos. El voto no puede ser visto simplemente como una caminata para apretar un botón en un local previamente asignado para tal fin. El voto significa mucho más, sobre todo en la Venezuela actual.
Votar, en primer lugar, significa la escogencia de un mecanismo civilizado para dirimir las diferencias en la conducción política de una república. Diferencias en torno al liderazgo encargado de conducir los procesos de gobierno, pero también en relación con los caminos a seguir para cumplir las tareas necesarias, resolver las contradicciones que se presenten y determinar los objetivos a lograr en el transcurso del tiempo. Tiene que ver con el modelo de república que queremos, el tipo de economía a instrumentar, la equidad y la justicia social a construir y las relaciones con otros pueblos del mundo. Votar es todo un compromiso consigo mismo y con los demás.
Votar es un derecho en todas las sociedades democráticas. En nuestro caso, además, establecido en la Constitución, del cual depende el futuro de la sociedad, nosotros incluidos. Su ejercicio, como el de salir a protestar y manifestar, significa un elevado compromiso y es parte fundamental de la lucha diaria que como ciudadanos llevamos adelante. Significa, además, una gran responsabilidad , que debe ser internalizada y comprendida y nunca considerada como algo de carácter accesorio o banal. En este último sentido, es inaudito que se acepte que se pueda ir a una peluquería, pues esta actividad está entre las primeras permitidas por la flexibilización de la cuarentena, pero se afirme que no puede irse a votar en medio de la pandemia por el coronavirus.
En la actualidad, votar significa adicionalmente tener que enfrentar a los energúmenos que nos descalifican por tratar de ejercer un derecho. Enfrentar a quienes actúan como poseedores de una franquicia opositora, que los hace únicos para llevar adelante estas actividades, las cuales le están prohibidas al resto de los venezolanos. En su locura, llaman a la unidad pensando únicamente en ellos: es la unidad del extremismo inmediatista y violento, inconstitucional, antinacional, antidemocrático e irresponsable al máximo. Quienes llamamos a votar tenemos que enfrentar las acciones ilegales del gobierno, pero al mismo tiempo las agresiones muchas veces peores de quienes llaman a la abstención, entre otras cosas porque rechazan que sea el pueblo quien decida qué hacer para abrirle camino a su futuro. Sí. Votar hoy en Venezuela no es un paseo campestre. Es una convocatoria a luchar y duro y a enfrentar dos posiciones claramente contrarias a los intereses nacionales.