Gladys Arguinzones: La mano milagrosa de los santos

 

*Entre sus restauraciones destacan  el Cristo de Carmen de Uria

 Laura De Stefano

No importa el material en el cual fue elaborado ni lo deteriorado en que se encuentra o si le falta un pedazo porque todos cobran vidas en las manos de la artista plástico Gladys Arguinzones, quien durante doce años se ha dedicado a la restauración de centenares de objetos artísticos, especialmente imágenes religiosas.

En la calle El Pegón de El Cojo, en Macuto, está ubicado el taller. Allí rodeada de sus obras de artes y en compañía de su gata Ana Marquesa comienza su minucioso trabajo que pueden llevar meses culminarlo, porque no todas las piezas son iguales. Cada una tiene su grado de dificultad, valor sentimental o histórico en algunos casos.

Contó que este año decidió convertir su casa en su lugar de trabajo, pues la tranquilidad de su hogar la ayuda con su tarea de restauración. Aunque no es de grandes dimensiones, apenas 33 metros cuadrados, a los santos no les importa compartir espacio. Solo las imágenes de grandes tamaños, como el Cristo de Carmen de Uria, son tratadas en el taller del Ateneo de La Guaira.

Relató que comenzó a petición de las personas que necesitaban recuperar sus imágenes y conocían su trabajo. “Cuando estudiaba artes plásticas en la Escuela Cristóbal Rojas vi y trabajé en la restauración, eso forma parte del pensum de estudio.”

Desde entonces no ha parado en esta labor que, como lo expresó la misma artista, supone una situación especial e individual que resolver con cada una de esas piezas. “Es requisito indispensable tener conocimiento de pintura, escultura y técnicas a fin de aplicar las soluciones correctas”.

La primera imagen en llegar a sus manos fue un San José de la iglesia de Carayaca en 2003, les siguieron entre 2008 y 2010 la Virgen de Coromoto, Santo Domingo de Guzmán, Corazón de Jesús y la Virgen de Fátima de la iglesia de Tanaguarena. Además de la limpieza y mantenimiento de los vitrales.

Y desde el 2012 hasta la fecha ha recuperado imágenes religiosas para el Club Tanaguarena, la casa Santa Ana en La Pastora, la Milicia Bolivariana, la Universidad de Carabobo, la iglesia Sagrado Corazón  de Jesús en Caracas, el Santuario Nacional Puerta de Caracas, la iglesia Nuestra Señora de La Macarena de Los Altos Mirandinos, la iglesia San Bartolomé de Macuto y para La lagunita en el Hatillo.

Además de piezas en pequeño formato a personas particulares como Niño Jesús, imágenes de Vírgenes, nacimientos, piezas escultóricas, pinturas, entre otras.

“Restaurar es restablecer la condición original de una pieza, respetando el concepto con que se realizó. El tiempo, el estilo, la línea, la forma, la policromía original hasta llegar a su corazón, es decir, su condición interna, además de considerar su valor sentimental y material del objeto”, expresó.

Un oficio basado en la fe

Arguinzones manifestó que la imagen que le causó un profundo sentimiento fue el Cristo de la iglesia de Carmen de Uria, el cual le llevó ocho meses recuperarlo, porque en la medida que lo recuperaba comenzó a  internalizarse con la pieza.

“Yo siempre insistía en que le colocaría el brazo como cualquier otro Cristo, pero la gente me pedía que no porque se le atribuyó el milagro de desviar el agua y de salvar a muchas personas, (el primero es uno ubicado en Barras de Navidad en México que contuvo las aguas que inundaban la zona durante una tormenta)”.

Comenta que cuando fue develado, un 16 de diciembre durante una misa en la capilla, lloró porque la pieza revivió y tomó otro aspecto. Ya no era el que estaba cubierto de lodo e insectos. “Cuando restauro, la pieza mejora, toma otro carácter, comienza una nueva vida y muchas veces supera  su condición original”.

Otra de las reliquias fue el Cristo de madera de brazos articulados, pieza sacra de finales de 1600, ubicado en la Iglesia San Bartolomé de Macuto, y un San Antonio de la iglesia Corazón de Jesús en La Hoyada que fue rescatado del Mar Caribe por un general a principios del siglo pasado. Señaló que las imágenes religiosas la ha llevado a investigar la vida de los santos.

Reconoció que en este momento se ha hecho cuesta arriba restaurar una pieza, porque los materiales son importados como el polvo de oro y a precios exorbitantes. Por ejemplo, el pegamento está en 120 mil bolívares.

Indicó que en estos años ha observado con sumo interés como el pueblo venezolano le está dando mayor valor a la restauración debido a la situación socioeconómico que atraviesa el país actualmente.

“La labor restauradora contribuye a levantar la motivación para conservar las piezas de carácter religioso, afectivo, utilitario, de uso personal, emblemático, entre otros. Y es tan amplia esa tarea, que también nos tocará restaurar el país”.

 De yeso y algo más

Confesó que las piezas más difíciles de restaurar son las elaboradas en acrílico y las más fáciles son las de yeso, sobre todo las imágenes de las iglesias porque son figuras talladas en madera y luego recubierta de ese material.

De la lógica a la creatividad

Con dos licenciaturas, una en matemáticas en la UCV, y la otra en física y matemáticas del Pedagógico, además de un título en ingeniería industrial en la Universidad Nacional Abierta, Gladys Arguinzones ha sabido combinar la lógica con el arte porque su trabajo como ella misma lo ha definido es práctico.

Pero esta artista no se conforma con sus estudios de pintura realizado en la Escuela Cristóbal Rojas, en la Carmelo Fernández, en la Van Gogh y en el Atelier Scultp. Ha incursionado en la fotografía que aprendió en Londres, en la escultura de talla en piedra en el Atelier Sculpt Montreal, en técnicas modernas de arte en la USB e Introducción a la Metodología y Crítica del Arte.

También en la docencia, como jurado en concursos, asesora artística, curadora y museógrafa.

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