La diáspora venezolana

La magia de Internet y las redes sociales, sirven para todo incluso para generar emoción de miles que vieron y reenviaron las fotos de los venezolanos participando en la consulta en cientos de ciudades del mundo.

Alegría legítima que en el fondo debería ser tristeza: hemos sido convertidos en un país de emigrantes, de nómadas que giran por el mundo buscando un mejor presente para ellos y un futuro promisor para sus hijos. Esto debería preocupar al gobierno.

Debe ser motivo de preocupación para los que están en el gobierno, principalmente, que este país de las más grandes riquezas de América, se esté desangrando con la emigración diaria de miles que se escapan, ya no tanto por aire, sino en autobuses vía Colombia, desesperados por la escasez de comida, de medicinas, de agua, de un empleo cuyo sueldo alcance aunque sea para comer.

El problema no es la Constitución “tenemos la mejor del mundo”, tampoco es un problema político porque si se administraran medianamente bien los recursos de este país bendecido, el pueblo no estaría sufriendo de desempleo y hambre y, por supuesto, seguiría apoyando el proyecto chavista, ese que un día le permitió soñar con la anhelada justicia social y oportunidades para todos por igual. Pero el encargo de administrar bien el país, para que hubiera mayor producción de riquezas que se pudiera distribuir entre todos, no se cumplió.

El pueblo escogió administradores públicos, en quienes delegó su poder, para que generen progreso y bienestar para todos, no para que sigan hablando de política, sin generar soluciones a los problemas económicos. Los venezolanos que quedan en el país le están cobrando a los poderosos de hoy, porque no han sabido producir riqueza y si la han producido, no se ve porque no la han repartido equitativamente. Por tanto, hace falta cambiar el rumbo, y el gobierno lo puede hacer ahora.

Si quiere. Si le tiene amor a este noble país que hoy está pasando más necesidades que Haití y Cuba que eran, antes de la revolución bolivariana, los pueblos más sufridos de América. También hace falta una “negociación seria y sincera” con la oposición y también internamente en la oposición, como propuso el papa Francisco. Todos deben ponerse de acuerdo por amor a Venezuela. Y que no se siga yendo la gente a otros países, porque ya son muchos los que no nos soportan y nos discriminan.

Que regresen los cientos de miles o millones que se han ido y que Venezuela vuelva a ser un gran país de oportunidades. Ah, y que se pueda hacer política con libertad, sin perseguidos. Que dejar de ser gobierno no sea una tragedia, sino el producto de la natural alternabilidad democrática. Me uno a la guatireña Garmine Muguruza, la campeona mundial de tenis, quien dijo: “Quiero que Venezuela sea un país normal”. /Rómulo Herrera/ [email protected]/ Foto web

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