«El acceso a una buena alimentación sigue siendo casi un sueño para la mayoría de los venezolanos». Así lo señaló la doctora Marianella Herrera, integrante del Consejo Directivo de la Fundación Bengoa que promueve la buena alimentación y nutrición en los venezolanos.
«Lo que vemos es un retrato de la profunda crisis que se ha vivido y que se sigue viviendo. Es muy difícil describir la crisis por lo desigual de las brechas que existen. Hay un rango de ingreso entre $1 y $299, pero son pocos los que ganan $299 y ese ingreso sigue siendo muy bajo cuando se compara con el resto de la región».
Añadió, «en Venezuela hay de todo: está el que tiene $1, y solo puede comprar una harina; el que depende del Clap, el que necesita ayuda del vecino o de cualquier persona y está el que tiene acceso a la burbuja de servicios y comercialización, pero no tiene seguridad social, beneficios de un empleo formal, ni beneficios sostenibles. Por eso no es extraño que algunas personas digan que se sienten mejor, pero el país no lo está, si cuando sales de tu casa o de la oficina, alguien está comiendo de la basura y te das cuenta de que las cosas no están bien».
Herrera resaltó en una entrevista a Román Lozinski, que ahora hay casos que no se habían visto antes: «niños de 5 años en edad escolar y mujeres embarazadas con signos de desnutrición aguda».
¿Qué come el venezolano?
«El arroz, panes y pastas, harinas de maíz, son los principales alimentos. El consumo de proteína animal sigue por el suelo, vemos el elevadísimo consumo de lentejas versus las caraotas negras porque no tienen gas para cocinar estas últimas durante horas. Además, falta el agua y todo esto contribuye a la inseguridad alimentaria, no es solo el déficit de alimentos, sino la falla en los servicios y esto es constante».
Resaltó que la población no es educada para aprovechar al máximo lo que tiene y citó el ejemplo de la sardina. «La sardina sigue siendo una buena alternativa, pero lamentablemente no toda la población tiene apego hacia su consumo, un alimento que pudiera ser una buena alternativa no lo es. La gente prefiere comer carne y otro tipo de proteínas y eso es un falla. Se debería promocionar la salud y dar las herramientas necesarias para que las personas puedan tener una alimentación más sostenible, más adecuada en términos de cantidad y calidad, para no desperdiciar los alimentos y sortear estos tiempos de crisis».
El consumo de proteína animal sigue por el suelo