Luis López.- En el edificio La Marejada, estructura que sufrió fuertes embates en el deslave del año 1999, viven 40 familias desde el año 2000, las cuales han efectuado modestas reparaciones para ocupar el espacio en condiciones mínimas de habitabilidad.
Hasta la fecha, 500 metros de manguera es la única ayuda que han recibido los residentes de la edificación, recurso que les ha permitido abastecerse del agua del río. No se niegan a abandonar el lugar, siempre y cuando los ubiquen en una vivienda que mejore su condición de vida, y la de 70 niños ocupan las instalaciones.
Alba González llegó al edificio, luego de abandonar Carmen de Uria donde se encontraba su casa. “No tenía dónde vivir y no me quedó otra alternativa que ocupar uno de los apartamentos con mis hijos”.
Otra de las residentes, que prefirió el anonimato, expresó que recientemente han estado en reuniones de trabajo con personal de Ivivar y el Ministerio de Hábitat y Vivienda, por lo que espera que pronto atiendan la situación.
Dio a conocer, que los propietarios de los apartamentos han estado visitándolos, pero están conscientes que no pueden hacer nada hasta tanto las autoridades no les garanticen su reubicación.
Luchando contra la precariedad
El esfuerzo de los residentes del lugar, para mejorar las condiciones del edificio, empezó con la limpieza de las escaleras y pintura de paredes. En cada apartamento, la colocación de ventanales, ha sido una tarea difícil, y muchas de las puertas principales muestran un trabajo rudimentario de recuperación.
A pesar de la colocación de los medidores, las instalaciones eléctricas aún son precarias, por lo que existen fallas de iluminación. Por su parte, la fachada sigue mostrando vestigios de los graves daños causados por el deslave. /mp
Entrega de viviendas “poco justa”
Para Laramis Osorio, uno de los residentes del edificio La Marejada, la entrega de viviendas “ha sido poco justa”, porque se les ha entregado a un gran porcentaje de familias que ya tienen casa, y que la reciben para negociarla. Explica que gente foránea ha sido beneficiada, sin considerar que la prioridad deberían ser los pobladores de Vargas.
“Hay cientos de familias que aún andan deambulando, en espera de una casa. Han tenido que arreglárselas, viviendo en precarias condiciones por la falta de apoyo de las autoridades. Existen censos que muestran los que están en extrema pobreza, los cuales siguen siendo ignorados”, señaló Osorio.
Informó que muchos niños han nacido en estos espacios de hacinamiento, bajo la persistente indiferencia oficial. “No hay misiones sociales, ni madres del barrio, ni programas para el adulto mayor. Estamos sobreviviendo y haciendo cada quien lo que puede”. /mp