18 familias de La Torre sobreviven en ranchos de tabla y zinc
Luisana Brito, [email protected] La falta de atención directa y de planes adecuados en materia de vivienda en el estado, ha provocado que muchas familias damnificadas, producto de las diferentes vaguadas que se han suscitado en Vargas, tomen posesión de espacios abandonados en las adyacencias de las cuencas de los ríos, lo que hace que se mantengan en constante riesgo.
Tal es el caso de la comunidad La Torre, en Zamora, Urimare, donde unas 18 familias, aproximadamente, improvisaron casas con pedazos de tablas en descomposición, sobre tuberías de aguas servidas y matorrales. Aseguran haber agotado todos los canales regulares para adquirir viviendas, sin haber recibido respuestas.
La vocera del consejo comunal “Los Próceres”, Nacary Torres, explica que las personas que allí residen son los mismos vecinos que no tienen los recursos para conseguir casas o terrenos en buenas condiciones, y que además, el resto de la comunidad los tilda de invasores, por lo que les son negados los beneficios de las misiones sociales, como por ejemplo, las jornadas de alimentación.
“Para el estado, la comunidad La Torre, no existe dentro de los linderos de Zamora. Estas madres y padres se vieron en la necesidad de conseguir un refugio para sus hijos. Ellos están consientes de que estos terrenos son vulnerables, porque están a menos de 10 metros del río, pero es muy difícil salir de aquí”.
Destaca que a pesar de pertenecer a la vocería, no está de acuerdo con las medidas que se toman dentro del consejo, considerando que las condiciones en las que viven son infrahumanas. “La comunidad es una sola y yo estoy trabajando para buscarle una solución, porque la idea no es sacarlos de aquí y dejarlos abandonados a su suerte. Queremos que estén en un lugar digno”.
Por su parte, Eliza Ruíz, destaca no contar con los servicios de agua por tuberías ni electricidad, siendo víctimas del hampa durante la noche, debido a que todo queda en completa oscuridad. “Entre todos tuvimos que comprar metros de mangueras y conectarlas de la montaña. La luz la robamos de Mirabal, porque los vecinos no nos quisieron prestar la colaboración”.
Ivivar no da respuestas
Señala que en más de tres oportunidades han llevado cartas a Ivivar, sin embrago no son tomados en cuenta. “Estoy cansada de tener que rogarles para que nos presten un poco de atención; yo tiré la toalla. Soy una persona enferma y no pienso agotar la poca salud que tengo. Tampoco hemos tenido suerte con la Gobernación, porque han venido a inspeccionar y nada que nos apoyan”.
Además de estar desasistidos y sin servicios, aseguran que el consejo comunal no les emite las cartas de residencias, dificultando el accesos a los distintos programas sociales. “Necesitábamos que viniera una cuadrilla de mantenimiento para que podaran la maleza y los árboles, pero como no nos dieron la carta fue imposible. Los hombre se pusieron a darle machete, porque sino nos minamos de serpientes, ya que estamos al lado del río”.
Posibles soluciones
Debido a la desesperación que padecen por la situación, las familias le proponen a las autoridades que por lo menos le den la posibilidad de adquirir materiales de construcción para reforzar los ranchos. “Sabemos que la situación está difícil, pero por lo menos que nos den esperanzas de recibir el apoyo. Lo más importante es restablecer los servicios básicos, que tantos nos hacen falta”, dice Ruíz. LB/ mp